Carolina Luciano

Liz Báez

Los seres humanos pasamos por diferentes estados y etapas en nuestras vidas. Tenemos una ligera o a veces extensa idea de qué somos, y cómo estamos  compuestos, pero no siempre sabemos o somos conscientes de nuestro alcance y capacidad. Es aquí, en el punto donde estaba, cuando el Reiki entró a mi vida. 

Una persona bondadosa, en un momento de oscuridad en mi cuarto me indicó un lugar "alto" desde donde se veía una pequeña luz. Allí, me dijo se encuentra una mujer que repara pétalos de flores maltratadas, alas de mariposas quebradas y quita vendas de los ojos aunque estuvieran pegadas por años.

Subí entonces las escaleras y entre música, sonidos, colores y esencia de naturaleza entré a mi cuarto iluminado.

 Reiki fue la palabra y la experiencia propicia para el curarse desde sí, de manera natural, sin grandes afanes y con respeto al ser y a la maravilla de saberse unido entre todos y con el todo.

Allá en ese lugar "alto" se suben las escaleras al encuentro con un ser abierto, a la ayuda, a que te encamines en tu propio andar y te cures, a vivenciar... Reiki.

La palabra fue a su punto energético. No fue que después me alejé del Reiki, que no lo sigo. Fue que el Reiki me llevó a mi propio andar.

—Liz Báez